Batalla profunda

La teoría de la batalla profunda, también conocida como operación en profundidad (en ruso: Глубокая операция [glubokaya operatsiya]), es una doctrina militar concebida en la década de 1920 por altos oficiales de Estado Mayor del Ejército Rojo. Estos teóricos propugnaban la destrucción, supresión o desorganización de las fuerzas del enemigo mediante dos etapas sucesivas: una ruptura por sorpresa en un punto del frente de combate seguida de una penetración rápída y hacia su retaguardia profunda.

La denominación se le atribuye a Vladímir Triandafillov, militar e historiador que durante las décadas de 1920 y 1930 trabajó para que la Unión Soviética dispusiera de una estrategia militar con su propio arte y tácticas operativas especializadas adaptadas a su posición económica, cultural y geopolítica.

Tras sufrir varios reveses o derrotas en la guerra ruso-japonesa, la Primera Guerra Mundial y la guerra polaco-soviética, el Alto Mando Soviético (Stavka) se centró en desarrollar nuevos métodos para la conducción de la guerra. Este nuevo enfoque consideró la estrategia y la táctica, pero también introdujo un nuevo nivel intermedio del arte militar: las operaciones. La Unión Soviética fue el primer país en distinguir oficialmente ese tercer nivel, situado a nivel funcional entre la estrategia y la táctica.[1]

Las operaciones profundas se expresaron formalmente por primera vez como concepto en el Reglamento de campo del Ejército Rojo de 1929 y se desarrollaron plenamente en las Instrucciones sobre la batalla profunda de 1935. El concepto fue finalmente codificado por el ejército en 1936 en el Reglamento provisional de campo. Se consideraban dos fases consecutivas: la batalla profunda táctica y la conducción de las operaciones para explotar el éxito obtenido. La batalla profunda preveía la ruptura de las defensas avanzadas del enemigo, o zonas tácticas, mediante ataques de armas combinadas que serían seguidos por nuevas reservas operativas móviles frescas, enviadas para explotar la profundidad estratégica de un frente enemigo. El objetivo de una operación profunda era infligir una derrota estratégica decisiva a las capacidades logísticas del enemigo y hacer que la defensa de su frente resultara más difícil, inasumible o, incluso, irrelevante. A diferencia de la mayoría de otras, la doctrina de la batalla profunda fomentaba el uso de las armas combinadas en los tres niveles.

En 1937, la Unión Soviética había organizado su ejército mecanizado, el mayor del mundo, mediante un sofisticado sistema operacional. Sin embargo, las purgas de militares promovida por Stalin, junto con las experiencias militares en la España, en Polonia y en Finlandia, hicieron que el modelo cayera durante un tiempo en el descrédito, para ser recuperado después tras los sucesivos reveses sufridos por parte de la Wehrmacht en la primera parte de la Segunda Guerra Mundial.

  1. Simpkin, 1987, p. 24.

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